Ozempic, cuyo principio activo es la semaglutida, fue desarrollado inicialmente para el tratamiento de la diabetes tipo 2. Sin embargo, en los últimos años, su capacidad para inducir la pérdida de peso lo ha colocado en el centro de un fenómeno global que combina ciencia, tendencias y controversia. Mientras algunos lo consideran un avance revolucionario, otros advierten sobre los riesgos de su uso sin supervisión médica.
Ozempic es un medicamento inyectable que contiene semaglutida, un compuesto sintético que imita a la hormona GLP-1 (péptido similar al glucagón tipo 1). Esta hormona, producida naturalmente en el intestino, desempeña un papel crucial en la regulación del azúcar en la sangre y la sensación de saciedad.
El medicamento se administra una vez por semana mediante inyección subcutánea en el muslo, abdomen o antebrazo, sin importar el momento del día o las comidas.
Aunque Ozempic fue diseñado para tratar la diabetes tipo 2, investigaciones recientes han demostrado su eficacia en la pérdida de peso. Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine en 2021 reveló que los participantes obesos tratados con semaglutida perdieron, en promedio, el 15% de su peso corporal, una cifra sin precedentes para un medicamento no quirúrgico.
Este descubrimiento ha llevado al desarrollo de Wegovy, una variante comercial de Ozempic específicamente aprobada para tratar la obesidad en países como Estados Unidos y, recientemente, Argentina. Sin embargo, el uso «off-label» (fuera de indicación) de Ozempic para adelgazar se ha disparado, especialmente entre figuras públicas y celebridades, generando una demanda que ha llevado al desabastecimiento en varios mercados.
A pesar de sus beneficios, Ozempic no está exento de efectos secundarios. Según la Agencia Europea del Medicamento (EMA), los más comunes incluyen problemas gastrointestinales como náuseas, vómitos, diarrea y estreñimiento. Estos suelen ser leves y temporales, pero algunos usuarios han reportado complicaciones más notorias relacionadas con la pérdida de peso rápida.
Este término, popularizado en redes sociales, describe un rostro envejecido y demacrado, resultado de la pérdida de grasa facial debido a la rápida reducción de peso. Especialistas como Lawrence Cheskin, de la Universidad George Mason, aclaran que este fenómeno no es exclusivo de Ozempic, sino una consecuencia común de cualquier pérdida significativa de peso.
Además, los médicos advierten que el uso prolongado de Ozempic sin supervisión puede aumentar el riesgo de deshidratación y problemas renales.
El auge de Ozempic no se limita a la comunidad médica. Su popularidad ha trascendido al ámbito cultural, con menciones en redes sociales, programas de televisión y foros de bienestar. En Estados Unidos, por ejemplo, Walmart reportó cambios en los hábitos de compra de los usuarios que toman el medicamento, quienes adquirieron menos alimentos calóricos y procesados.
Debido a la popularización de términos como la Ozempic Face, y la creciente tendencia que vemos en Hollywood y la industria del entretenimiento sobre el peso, despidiéndose de la era del body positivity y neutrality y dando la bienvenida nuevamente al heroin chic (flacura extrema, al estilo Kate Moss de los 90s), cada vez más personas buscan consumir Ozempic, o de mínimo que Dr Simi desarrolle el genérico.
Esto muestra como realmente no hemos avanzado en términos de inclusión de todos los cuerpos, y la gordofobia sigue siendo un verdadero problema. Pero además de eso, presenta con un problema mucho más serio. La creciente demanda, impulsada en gran parte por su uso fuera de indicación, ha generado una escasez mundial que está afectando a pacientes que realmente lo necesitan por razones médicas.
La alta demanda de Ozempic ha provocado desabastecimientos en varios países. Esto se debe, en gran parte, a su uso indiscriminado por personas que buscan adelgazar rápidamente, incluso sin tener obesidad ni diabetes. Este fenómeno, potenciado por redes sociales y figuras públicas, ha creado una situación crítica para pacientes que dependen de este medicamento para controlar su salud.
Para quienes padecen diabetes tipo 2, Ozempic es esencial para mantener niveles seguros de azúcar en sangre y prevenir complicaciones graves como enfermedades cardiovasculares. Sin acceso al medicamento, estos pacientes enfrentan riesgos importantes, incluyendo descompensaciones metabólicas y hospitalizaciones.
En algunos países, como México y Australia, las autoridades han emitido recomendaciones para priorizar la distribución de Ozempic entre pacientes con diabetes. En Estados Unidos, la FDA ha señalado que los problemas de suministro podrían extenderse hasta 2024.
El uso «off-label» de Ozempic para adelgazar sin supervisión médica no solo contribuye a la escasez, sino que también aumenta el riesgo de efectos secundarios graves y de un rebote en el peso al suspender el medicamento. Además, especialistas advierten que este fenómeno promueve una cultura de soluciones rápidas que ignora los aspectos multidimensionales de la obesidad.
A pesar de sus beneficios, los expertos insisten en que Ozempic debe ser recetado y monitoreado por un médico. La obesidad es una enfermedad compleja que requiere un abordaje multidisciplinario, incluyendo dieta, ejercicio y, en algunos casos, apoyo psicológico.
Usar medicamentos como Ozempic sin este acompañamiento aumenta las probabilidades de sufrir el «efecto rebote» o «efecto acordeón», recuperando el peso perdido y, en algunos casos, sumando más.
Ozempic ha demostrado ser un cambio de juego en el tratamiento de la obesidad y la diabetes, pero no es una solución mágica. Su éxito dependerá de un uso responsable, regulado por profesionales de la salud y acompañado de cambios sostenibles en el estilo de vida.
Mientras tanto, su impacto en la industria farmacéutica, la medicina y la cultura popular seguirá siendo tema de debate y estudio. ¿Estamos ante el futuro del control del peso o simplemente frente a una tendencia más en el siempre cambiante mundo de la salud?
La popularidad de Ozempic ha llevado a una crisis de abastecimiento. Además, su uso indiscriminado presenta desafíos médicos y éticos que debemos plantear y cuestionar. El impacto de su popularidad en el mercado farmacéutico y la sociedad es indudable, pero ¿qué dice esto de la sociedad en la que vivimos?
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