CIUDAD DE MÉXICO, 21MAYO2016.- Decenas de organizaciones sociales y ambientalistas, como Greenpeace, realizaron una marcha para manifestar su rechazo a la siembra de los maíces genéticamente alterados y exigir al gobierno federal la cancelación de los permisos a la empresas que los distribuyen, principalmente a Monsanto. FOTO: DIEGO SIMÓN SÁNCHEZ /CUARTOSCURO.COM
El maíz es parte esencial de la cultura y alimentación mexicana, pero la aparición del maíz transgénico ha desatado una gran controversia. Conocer las diferencias entre el maíz nativo y el transgénico es clave para tomar decisiones informadas sobre su consumo y producción.
El maíz nativo es el resultado de miles de años de selección natural y cultural. En México, existen alrededor de 64 variedades, adaptadas a diferentes climas y condiciones. Este tipo de maíz no ha sido alterado en laboratorios, sino que ha evolucionado junto a las comunidades que lo cultivan, garantizando diversidad genética y resistencia a plagas y cambios climáticos.
El maíz nativo tiene una gran importancia cultural y alimentaria. Es la base de la gastronomía mexicana, presente en tortillas, tamales, atoles y más. Además, su variedad genética ayuda a proteger el cultivo ante enfermedades y variaciones del clima, asegurando la producción a largo plazo.
La modificación de cultivos no es algo nuevo. Desde que los humanos dejaron de ser nómadas, seleccionaron plantas con mejores características para reproducirlas. Sin embargo, la biotecnología moderna va mucho más allá.
El maíz transgénico es creado en laboratorios mediante biotecnología; y se obtiene mediante la inserción de genes de otras especies (plantas o incluso bacterias) en el ADN del maíz.
Es decir, a diferencia del maíz nativo, a este se le insertan genes de otras especies —plantas, bacterias o incluso animales— para conferirle características específicas, como resistencia a plagas o tolerancia a herbicidas. Este proceso rompe las barreras naturales entre especies, dando como resultado organismos que no existirían de forma natural.
Los cultivos transgénicos fueron diseñados para aumentar la producción y reducir costos agrícolas. Sin embargo, esta tecnología también genera preocupaciones sobre sus efectos en la salud, el medio ambiente y la economía rural.
El maíz nativo en México se diversificó a lo largo de miles de años. Actualmente, existen alrededor de 64 variedades registradas en el país, adaptadas a distintos climas y regiones.
Por otro lado, el maíz transgénico es resultado de la ingeniería genética en laboratorios. A simple vista, es difícil distinguir uno de otro, pero las diferencias radican en su origen y composición genética.
Principales diferencias:
El maíz transgénico ofrece algunas ventajas productivas. Entre ellas:
Sin embargo, también existen desventajas importantes:
Aquí es donde comienza la controversia. Organizaciones como Greenpeace y estudios independientes advierten que no hay pruebas concluyentes sobre la seguridad del consumo prolongado de transgénicos.
Algunos estudios en animales muestran efectos preocupantes. Por ejemplo, en ratas alimentadas con maíz transgénico se observaron problemas reproductivos y daños en órganos. Sin embargo, los estudios financiados por empresas biotecnológicas afirman que son seguros.
La falta de consenso científico deja a los consumidores en incertidumbre. ¿Queremos ser parte de un experimento a largo plazo?
Además de las preocupaciones sobre la salud, los cultivos transgénicos plantean problemas ambientales y sociales:
Proteger el maíz nativo es esencial para la soberanía alimentaria de México. La diversidad genética que ofrece este cultivo es única en el mundo y necesaria para enfrentar futuros desafíos agrícolas. Además, representa una conexión directa con la historia y las tradiciones del país.
La elección entre maíz nativo y transgénico no es solo una cuestión científica, sino también cultural, social y política. Mientras los transgénicos prometen mayor producción, el maíz nativo garantiza diversidad, resistencia natural y la conservación de una herencia milenaria.
En la actualidad, la controversia sigue abierta. Por un lado, quienes apoyan los transgénicos argumentan que aumentan la productividad y ayudan a combatir el hambre. Por otro, los defensores del maíz nativo advierten sobre los riesgos ambientales, de salud y económicos que conlleva la dependencia de semillas modificadas.
México, como cuna del maíz, enfrenta el desafío de equilibrar la modernización agrícola con la protección de su patrimonio genético y cultural. La decisión sobre qué tipo de maíz predominará en los campos mexicanos es, en última instancia, una decisión sobre el futuro de la alimentación y la identidad nacional.
¿Y tú, qué tipo de maíz prefieres en tu mesa?
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