El capital natural de la Sierra Gorda de Querétaro en verdad es opulento por la variedad de sus espacios naturales: de áridos matorrales a bosques templados, bosques de niebla en sus rincones más húmedos, selvas bajas con su bagaje tropical y bosques ribereños cobijados por viejos sabinos, refiere México Desconocido.
Debe su dramático paisaje a abruptas sierras, las que combinadas con una rica herencia cultural la convierten en un espacio realmente afortunado, pero en manos de comunidades faltas de habilidades productivas, dueños del capital natural sin valor económico para sus propietarios.
Como parte de la cuenca del río Pánuco, la totalidad de los escurrimientos del área desembocan en el golfo de México a través de los ríos Moctezuma y Santa María, que cortan a la Sierra Gorda en imponentes cañones. Dadas sus características geológicas, eminentemente cárstica, el agua superficial en las corrientes fluviales es sólo una pequeña fracción del agua que es captada en la misma, por lo que sin duda la derrama hidrológica es mayor y en una escala no cuantificada.
Convencidos de que protocolos globales como el de kioto y mecanismos como el REDD se encuentran muy lejos de la realidad del campo mexicano y son inoperantes, es que nos dimos a la tarea de desarrollar un mecanismo voluntario, protocolos y mecanismos viables a fin de cuantificar las existencias de carbono en bosques de encino locales, que ya dejan una derrama económica mayor a la derivada de las actividades económicas tradicionales.
Ello culminó con la integración del producto Carbono Biodiverso, que tiene como respaldo una línea de base levantada en bosques de encino bajo ramoneo de ganado (fauna exótica) y otros donde el mismo se extirpó en diferentes fechas y por ende propició la captura de CO2.
Los resultados de muestreos metódicos e intensivos por parte de nuestro personal, en coordinación y con la asesoría técnica del USDA Forest Service, son sorprendentes y demuestran que un paso tan sencillo como el retiro del ganado tiene efectos positivos inmediatos para la restauración forestal.
El aumento de biomasa y la regeneración natural capturan en promedio 3.96 toneladas de CO2e al año por hectárea. Además de que se eliminan los conflictos por depredación al ganado y la fauna tiene más recursos. Asimismo, la diversidad de flora local se restablece y retoma sus antiguos lares.
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