Descubriendo Querétaro: El Templo de Santa Rosa de Viterbo

Templo Santa Rosa de Viterbo
Descubriendo Querétaro: El Templo de Santa Rosa de Viterbo

Las vacaciones de diciembre ya se pueden oler, pero todavía faltan días para que lleguen; en tanto, noviembre nos regala un puente oficial cortesía de la conmemoración de la Revolución Mexicana, descanso que bien podría ser ocupado para darse una escapada a descansar o visitar lugares formidables como los que nos regala Querétaro, siendo uno de estos el bello y enigmático Templo de Santa Rosa de Viterbo. 

Situado en la capital del estado de Querétaro, el lugar yace como uno de los recintos más impresionantes del barroco colonial mexicano, siendo una obra de los arquitectos Francisco Martínez e Ignacio Mariano de las Casas y, que fue construido a finales del siglo XVII y a inicios del siglo XVIII, en honor a la virgen Santa Rosa de Viterbo.  

Además de su estilo barroco, en su torre y su fachada hay influencia de arquitectura árabe, conocida como manierista, sin mencionar que en sus paredes se encierra más de 200 años de historia y obras de arte inigualables. 

El Templo de Santa Rosa de Viterbo en un inicio estuvo dedicado a la formación de niñas beatas; no obstante, años más tardes, en el siglo XX, se convirtió en el Hospital General de Querétaro, mientras que hoy en día, la parte del exconvento es sede del Instituto Queretano de la Cultura y las Artes. 

¿Cómo está constituido el Templo? 

El Templo de Santa Rosa de Viterbo es de una sola nave, reforzada por fuera con un par de botareles de gran tamaño, ubicados sobre los muros de la parte que correspondería al brazo norte, el que parece sugerir una remota existencia por el arco situado entre los dos contrafuertes que guardan una armonía interior entre las arcadas y las pechinas.  

La torre, con campanario de dos cuerpos, está situada en la parte oriente del templo, levantándose desde el rincón noreste del coro alto. El primer cuerpo ostenta el primer reloj de tres carátulas que se construyó en América.  

En la cúpula se destaca su linternilla, la policromía del tambor octogonal y las columnillas y otros relieves de cantera que resguardan los ventanales.  

Interior del lugar 

En su interior, existen cinco retablos labrados en madera y totalmente cubiertos con una capa de oro genuino; mientras que el púlpito muestra una rica ornamentación con incrustaciones de maderas preciosas, marfil, plata y carey.  

El coro bajo, donde se encuentran el retablo ecléctico, el órgano del siglo XVIII y la capilla de Santísimo está dividido de la nave por un panel con quince medallones y una escultura de Jesucristo en la cruz.   

También son dignas de admiración sus múltiples pinturas entre las que destacan el retrato del capitán Velázquez de Lorea de Miguel Cabrera y el retrato de Sor Ana María de San Francisco y Neve, atribuida al maestro José Páez y considerado uno de los cuadros más bellos hechos a una monja.  

Desafortunadamente no es posible contemplar este recinto tal y como fue en su totalidad, pues una de sus partes fundamentales, el altar mayor, de estilo barroco, fue destruido en 1849, colocándose en su lugar uno neoclásico que actualmente se conserva.   

No obstante, todos los demás retablos, labrados en madera y cubiertos con hoja de oro, se muestran completos.

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