El especialista en construcción y vivienda, José Reynoso González, considera viable la apuesta del gobierno federal de vivienda social.
Desde hace varias décadas, México enfrenta una crisis de vivienda que no se ha podido revertir y, por el contrario, sigue en aumento. En el 2024, solo el 59.7 por ciento de las casas donde vivía al menos una persona, eran propias o se estaban pagando, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Para revertir este déficit de hogares en el país, el gobierno federal tiene el objetivo de construir un millón 800 mil hogares en seis años y, aunque la meta es ambiciosa, el especialista en construcción y vivienda, José Reynoso González, ve viable esta apuesta.
“Las unidades tienden a ser más pequeñas, pero funcionales y con acceso a servicios básicos. El reto está en optimizar los costos y asegurar que los proyectos sean rentables”, señaló el especialista.
Las viviendas que desarrollará el gobierno, a través del Instituto del Fondo Nacional de Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), contarán con un tamaño de entre 40 y 60 metros cuadrados, con baño completo, dos habitaciones, cocina y sala-comedor.
Con base en estas características, José Reynoso González estima que el costo de cada vivienda oscilará por arriba de los 300 mil pesos, un precio inferior a cualquier otra casa ofertada en el mercado inmobiliario.
“Los modelos de 40 metros cuadrados, con datos a diciembre de 2024, representaron una inversión promedio de 269 mil 727 pesos. El cálculo contempla los costos directos de materiales, mano de obra, equipo y herramienta. Pero, si consideramos la variación de precios para 2025, esta inversión inicial podría superar los 300 mil”, detalló Reynoso González.
De acuerdo con este cálculo, más de la mitad del valor total de la vivienda está relacionado con los materiales, que tienen una incidencia de 55.15 por ciento en el costo final. Los insumos más relevantes en esta categoría son el cemento y concreto, así como los muebles y accesorios de baño.
Por ello, José Reynoso González explica que, para reducir costos, el sector podría recurrir a tecnologías como materiales prefabricados y procesos industrializados, que reducen los tiempos de obra y optimizan recursos.
Por ahora, uno de los principales desafíos es el alto costo de la tierra, sobre todo en zonas como la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey, donde se limita la producción de vivienda social.
“La tierra disponible en zonas urbanas limita la construcción de vivienda accesible. En el Valle de México, por ejemplo, la oferta se concentra en unidades pequeñas, con precios que oscilan entre los dos y tres millones de pesos”, explicó el especialista en construcción y vivienda.
El presupuesto asignado al Programa de Vivienda Social en 2025 es de 32 mil millones de pesos, es decir, el 84.1 por ciento de los recursos federales asignados a la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano. Por ello, el reto será la ejecución eficiente del gasto, el acceso a suelo bien ubicado y la coordinación entre instituciones y empresas.
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