Van Gogh Dreams vs Mega Bestias: CECEQ Manuel Gómez Morín

La exposición Van Gohg Dreams llegó a Querétaro luego de estar en la CDMX.
Van Gogh Dreams vs Mega Bestias: CECEQ Manuel Gómez Morín

Mi hijo mayor es muy fan de los cuadros de Van Gogh. Su favorito: La noche estrellada. Nos enteramos de la exposición Van Gogh Dreams en la Ciudad de México y los comentarios de todos eran positivos. ¡Qué felices nos pusimos cuando supimos que estaría en Querétaro!

Compramos los boletos en línea casi tan pronto como salieron. Había varios horarios, cada media hora; los fines de semana desde las 11 de la mañana hasta las 20 o 21 horas. Nos parecieron muy accesibles los precios, aunque sabíamos que el gobierno había subsidiado una parte. Consideramos excelente que todo se pudiese hacer en línea.

Llegamos a tiempo al CECEQ Manuel Gómez Morín. 13:30 horas. Gran sorpresa nos llevamos cuando vimos que había una inmensa fila para entrar. Intentamos acercarnos a la entrada, nosotros traíamos lo boletos impresos; no importa, ¡a la cola! Y es que mandaban a la cola a todos por igual: a los planeadores que habíamos comprado el boleto para ese horario, a los que llegaron en ese momento y lo compraron, y ¡hasta a los que traían boleto de dos horas después! Pues claro que había una fila larguísima.

Esperamos alrededor de media hora. Al entrar, por fin, te toman unas fotos que después cobran. Y te informan que la experiencia de realidad virtual (que es lo que más vale la pena) no está incluida en tu boleto y tienes que formarte en otra fila para pagar esa entrada. Si quieres.

Finalmente entramos y, tristemente, fue una gran decepción. Para todos. Los cuadros expuestos no son ni la mitad de la colección de Van Gogh. Y no tienen la información que normalmente te da un museo o una exposición de arte con respecto al título, el año de producción, etc. De hecho, NO está La noche estrellada. Es un espacio reducido con doble altura, y en la parte de arriba se encuentra una línea del tiempo con poca información respecto al artista. Lo primero que ves es la experiencia 360º, que es a base de proyecciones animadas de algunas de las obras de arte del artista. Esta parte de la exposición, que es lo que principalmente promueven y venden, se percibe desfasada, cortada por cuadrantes que en algunas partes ni siquiera cuadran. Los que llaman “cuadros vivos” son unas maquetas gigantes que poco se asemejan a los reales. Y hay unas pantallas para visualizar las obras, como las podrías ver en Google. Al salir, la tienda tiene una serie de artículos que no son de Van Gogh, sino de la experiencia en sí, como si se tratara de Disneyland.

El recorrido de realidad virtual SÍ está muy bien hecho. Aunque termina de forma abrupta y quizá podría ser un poco más largo, es muy divertido “pasear” por la famosa habitación de Vincent Van Gogh con imágenes en 3D a través de un visor especial que te coloca una persona mientras te sientas en una silla dentro de un área improvisada entre la librería y la exposición.

Nos fuimos decepcionados. Consolados con el “extra” de realidad virtual, que los niños querían repetir. Hubiéramos preferido pagar más por algo que estuviera bien hecho y que valiera el tiempo que invertimos en entrar. Cuando intenté darle mis comentarios a alguien, no había ningún encargado que los recibiera. Y a nadie le importó que nos fuéramos diciendo cuánto coraje nos daba ver que la “misma” exposición que ponen en CDMX aquí la ponen a medias. Como si en provincia no importara o como si lo subsidiado por gobierno no hubiera alcanzado para el show completo.

De tres adultos, dos adolescentes y dos niños, a ninguno nos pareció que mereciera la pena recomendarlo.

Entramos después a la otra exposición del Gómez Morín, una con animales prehistóricos en la planta baja, titulada “Mega Bestias”, y otra con fotografías del espacio en la planta alta. Esa sí tenía un espacio amplio, con maquetas gigantes de animales prehistóricos, tanto sus huesos como ejemplificando cómo se veían esos animales hace millones de años, con sus respectivas descripciones. Además, los niños tenían acceso a actividades interactivas y salieron contentos, sintiendo que habían jugado y aprendido cosas nuevas. La sensación que debe dejarte un día en el museo.

 

Texto de Begoña Sieiro H.L.

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