Con el inicio de la temible obra en la Avenida 5 de Febrero, se activó la conversación en todas las mesas de Querétaro, porque dicha vialidad es una de las avenidas más importantes de la ciudad.
El principal objetivo de la primera etapa es una obra de instalación de drenaje pluvial y sanitario, y la construcción de cisternas gigantes; con ella se busca renovar la infraestructura ya existente y mitigar las inundaciones, para que así las calles duren más y sean más seguras.
Siempre he creído que Querétaro tiene el potencial de ser la ciudad perfecta. No es demasiado grande, ni demasiado pequeña. Está suficientemente cerca de la capital para poder ir cada vez que se requiera y a la vez suficientemente separada como para tener su propia personalidad.
Ubicada en el mapa del centro del país, roza la zona norteña, lo que le permite gozar de los dos mundos: aquí llegan las modas chilangas y también las regias (hay tacos al pastor y HEB). Es decir, en Querétaro se respira el aire provincial y colonial al caminar por las calles de uno de los centros históricos más bonitos del país y, al mismo tiempo, se desarrollan macro obras en avenidas que cruzan la ciudad de punta a punta, porque ya no se da abasto.
Sí, Querétaro es elegida como ciudad para vivir por un gran número de personas alrededor del país. Y cada vez más extranjeros también. Esto no es ninguna sorpresa para quienes vivimos aquí; todos o somos exiliados o somos queretanos que hemos sentido la invasión. No importa si naciste aquí o no, puedes ver que la ciudad necesita de estas obras viales, no sólo para seguir creciendo, sino para sobrevivir.
Lo que no sé si nos damos cuenta es que, con el crecimiento, de cualquier tipo, también llegan las oportunidades. Somos propensos a ver únicamente las crisis, y a quejarnos amargamente de cómo vamos a sufrir nosotros algo que no sólo era necesario y quizá urgente, sino que es beneficioso para todos a largo plazo. El gobierno, precavido, avisó con tiempo, y pidió disculpas y paciencia por todos los inconvenientes.
A nosotros los ciudadanos ahora nos toca poner de nuestra parte para que la ciudad continúe en la línea de convertirse en la ciudad que queremos que sea. Y aprovechar el momento de crisis e incomodidad para movernos de forma distinta. ¿Cómo? Caminemos más. Compartamos el auto con vecinos, familiares, amigos; aprovechemos ese rato para platicar con alguien. Conozcamos las zonas de la ciudad que no hemos ido. Incluso, si te gusta, saca la bicicleta y explora las ciclovías.
Arreglan las calles porque son lo que más usamos. Si queremos ciudades con zonas peatonales, ciclovías, comercios fuertes y plazas bonitas, nos toca usar –descubrir, conocer, aprovechar– las que ya hay, y así demostrar a gobierno que también queremos mejorar esas áreas de la ciudad, y multiplicarlas, para así seguir convirtiéndonos en una ciudad casi perfecta.
Texto de Begoña Sieiro H.L.
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