Con información original de Universal
Ciudad de México 17 Mayo. Raúl Rodríguez Cortez
Facebook bajó un video que no tenía ni un día en esa red social, por estar plagado de afirmaciones sin comprobar. El original —una copia del cual llegó a este reportero—, está rubricado con la etiqueta (hashtag) #MasDeLoMismo y sugiere que un grupo empresarial mexicano pagó a la joven brasileña Carolyn Adams para que sedujera a José Ramón López Beltrán y, a partir de ese vínculo sentimental, “amarrar” jugosos contratos con el gobierno de la 4T. Adams es la atractiva extranjera con la que el hijo mayor de AMLO se ha dejado ver en ya varios actos públicos y a la que en su círculo íntimo presenta como su novia.
Los empresarios aludidos atribuyen la autoría del video a otros que disputan con ellos diversas licitaciones, y analizan la posibilidad de demandarlos penalmente. No mencionaré sus nombres para no hacer eco de lo que se ve francamente falso. Pero del libelo retomo la parte relacionada con el hijo de AMLO y su novia, porque bien ilustra hasta dónde pueden ser perniciosos e invasivos de la vida privada ciertos mensajes, dolosos o no, de las redes sociales.
No es, por cierto, la primera vez que los hijos de López Obrador son objeto, en las redes sociales, de los ataques infundados o inaceptables de quienes se le oponen y buscan desprestigiarlo sin verdaderos argumentos.
Recuérdense las burlas enderezadas a Jesús, el hijo menor del presidente, y que dieron lugar a la respuesta de su madre, Beatriz Gutiérrez Muller, con la etiqueta que exigía #ConLosNiñosNo. O la información falsa de la suntuosa boda en Campeche de Andrés Manuel López Beltrán con la ex Miss Venezuela, Irene Esser, que subió a la red el publicista Carlos Alazraki quien se vio obligado a desmentirse. O, más recientemente, las fotografías que mostraban a quienes las redes identificaron como José Ramón López Beltrán de compras en lujosas tiendas de Madrid, hasta que el usuario que subió la noticia falsa salió a aclarar que era él de quien en realidad se trataba.
Nadie en su sano juicio podría negar el aire de libertad con que las redes sociales han refrescado la vida política del país. El propio AMLO, en el discurso que pronunció el primero de diciembre pasado en el Zócalo, después de su toma de posesión, se refirió a ellas como “las benditas redes sociales” porque esas herramientas —de las que no se disponía suficientemente en sus intentonas presidenciales de 2006 y 2012— mucho ayudaron en la difusión de su campaña en 2018 y fueron pilares que transparentaron la legalidad del proceso electoral.
Los hijos del presidente no son funcionarios públicos, aunque desempeñan tareas políticas en Morena. Por ese hecho y por ser los hijos de quien son, están bajo el escrutinio. Pero ni ellos ni nadie pueden ser invadidos en su vida privada, como ha ocurrido con José Ramón y su joven novia.
La pregunta entonces es ¿cómo equilibrar el uso y abuso de las redes sociales? Porque si empezaron como benditas, en este gobierno podrían terminar como malditas.
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