Querétaro, una ciudad rica en historia y arquitectura colonial, guarda bajo sus calles un secreto fascinante: una red de túneles subterráneos que fueron testigos de momentos clave en la historia de México. Desde sistemas hidráulicos hasta rutas de escape, estos pasadizos han alimentado leyendas y despertado la curiosidad de generaciones.
Uno de los sitios más emblemáticos donde se encuentran estos túneles es la Hacienda de El Marqués, ubicada en la comunidad de La Cañada, en el municipio de El Marqués. Este lugar no solo es un testimonio de la historia queretana, sino también un punto de partida para explorar los misterios subterráneos del estado.
Los túneles de esta hacienda, conocidos localmente como Los Socavones, fueron construidos en el siglo XVIII como parte de un sistema hidráulico diseñado para aprovechar los manantiales de la zona. A través de ellos conducían el agua desde La Cañada hasta el famoso Acueducto de Querétaro, una obra monumental de 74 arcos finalizada en 1735 por iniciativa de Juan Antonio de Urrutia y Arana.
Este sistema fue clave para el desarrollo económico de la región, especialmente para el imperio textil del español Cayetano Rubio, quien utilizó el agua para abastecer fábricas como El Hércules, La Purísima y San Antonio.
Con el paso del tiempo, los túneles dejaron de usarse con fines hidráulicos y comenzaron a formar parte del imaginario colectivo. Se dice que personajes como Maximiliano de Habsburgo, el legendario bandido Chucho El Roto y la famosa Leonarda Martínez, conocida como La Carambada, utilizaron estos pasajes para esconderse o guardar tesoros.
Hoy en día, la familia descendiente de los antiguos propietarios, junto con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha mostrado interés en convertir la hacienda y sus túneles en un sitio cultural e histórico abierto al público.
Además de los túneles de El Marqués, el centro histórico de Querétaro también esconde pasadizos subterráneos que han dado pie a numerosas leyendas. Una de las más populares es la del supuesto túnel que conectaba el Cerro de las Campanas con el Cerro de la Cruz, utilizado por Maximiliano para escapar. Sin embargo, cronistas locales como Eduardo Rabell Urbiola han desmentido esta historia, aunque confirman la existencia de túneles construidos por españoles temerosos de rebeliones.
Estos túneles, algunos lo suficientemente grandes como para que pasara un camión, servían como rutas de escape, bodegas o incluso cavas para conservar vino. Aunque muchos han sido cerrados, algunos aún pueden explorarse en recorridos turísticos que combinan historia y leyenda.
Los túneles de Querétaro son mucho más que estructuras subterráneas: son vestigios de una época de conflictos, secretos y desarrollo. Ya sea como sistemas hidráulicos, rutas de escape o escenarios de leyendas, estos pasajes siguen despertando la imaginación de quienes los visitan.
Si eres amante de la historia, la arqueología o simplemente de los lugares misteriosos, los túneles de Querétaro son un destino imperdible que te invita a mirar más allá de lo que se ve a simple vista.
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