La región de Cachemira vuelve a estar en el centro de un conflicto con potencial explosivo. La madrugada de este miércoles, India lanzó una serie de bombardeos sobre varias zonas de Pakistán, provocando la muerte de al menos tres personas, según autoridades pakistaníes. La operación militar ocurre en un clima de alta tensión entre dos potencias nucleares con una historia de enfrentamientos que se remonta a la partición de 1947.
Los ataques fueron confirmados por ambos gobiernos. Según Nueva Delhi, se trató de una operación quirúrgica denominada “Sindoor”, cuyo objetivo fue destruir infraestructuras terroristas ubicadas en territorio pakistaní. Islamabad, por su parte, denunció la violación del alto al fuego e informó que al menos tres civiles —incluido un niño— murieron durante los bombardeos.
Un ataque que reaviva un conflicto latente
La escalada comenzó el pasado 22 de abril, cuando un atentado en la región india de Cachemira dejó un saldo de 26 soldados muertos. El gobierno de India responsabilizó a grupos terroristas con base en Pakistán, lo que desencadenó la represalia aérea de este miércoles.
De acuerdo con el ejército indio, los bombardeos fueron “calibrados” y se enfocaron en objetivos específicos, como la mezquita Subhan en Bahawalpur, presuntamente vinculada al grupo yihadista Lashkar-e-Taiba (LeT). Este grupo es señalado como autor de los atentados de Bombay de 2008, que causaron 166 muertes.
El Ministerio de Defensa de Pakistán confirmó que las regiones afectadas por los ataques incluyen Muzaffarabad y Kolti, en la Cachemira administrada por Pakistán, así como Muridke y Bahawalpur, en la provincia de Punyab.
Corresponsales de AFP reportaron haber escuchado fuertes explosiones tanto en territorio pakistaní como en el lado indio de la Línea de Control, la frontera de facto que divide Cachemira. «Responderemos en el momento que elijamos», advirtió el portavoz del ejército pakistaní, el teniente general Ahmed Chaudhry.
Una historia de división y sangre
Para comprender la raíz del conflicto actual es necesario remontarse a la independencia del subcontinente indio del dominio británico en 1947. Ese año, el territorio fue dividido en dos países: India, de mayoría hindú, y Pakistán, de mayoría musulmana. Esta partición fue rápida, desordenada y trágica.
La creación de las nuevas naciones generó una de las migraciones más grandes de la historia. Alrededor de 15 millones de personas cruzaron las nuevas fronteras, en un contexto de violencia extrema que causó cerca de un millón de muertes. Grupos armados de ambas religiones cometieron masacres, saqueos y violaciones, sobre todo en la región del Punyab, una de las más afectadas por la brutalidad.
La línea fronteriza fue trazada por Cyril Radcliffe, un abogado británico que nunca antes había estado en la India. Radcliffe tuvo apenas cinco semanas para dividir un territorio vasto y complejo sin considerar adecuadamente sus realidades culturales, religiosas y sociales. El resultado fue una herida abierta que aún hoy sangra.
Cachemira: el epicentro de la disputa
La región de Cachemira, enclavada en el Himalaya, es el principal foco de tensión entre India y Pakistán desde la partición. El maharajá Hari Singh, entonces gobernante de Cachemira, decidió anexarse a India, lo que provocó la primera guerra entre ambos países en 1947. Desde entonces, la región ha sido disputada de forma permanente.
Actualmente, India controla el 55% de Cachemira, Pakistán administra el 35% y China el resto. Sin embargo, tanto India como Pakistán reclaman la totalidad del territorio.
El conflicto ha provocado al menos tres guerras entre los dos países (1947, 1965 y 1999) y múltiples enfrentamientos menores. La situación es aún más delicada dado que ambas naciones poseen armamento nuclear. La posibilidad de una guerra abierta entre potencias nucleares es motivo de preocupación internacional.
Tras el atentado de abril y los bombardeos recientes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró que esperaba que los enfrentamientos “terminen muy pronto”, mientras que el Departamento de Estado hizo un llamado a una “resolución responsable”.
Guerra del agua: otro frente de conflicto
La tensión entre India y Pakistán no solo se manifiesta en términos militares. El agua se ha convertido en un recurso estratégico dentro del conflicto. India anunció que cortará el suministro de varios ríos que nacen en su territorio y que cruzan hacia Pakistán, como represalia por el atentado de abril.
Este anuncio pone en peligro el histórico Tratado de Aguas del Indo, firmado en 1960, que establece el reparto del agua entre ambos países. La región del Chenab, en Punyab, ya ha experimentado cambios en su caudal, según confirmó el ministro de Riego de Pakistán, Kazim Pirzada.
«El caudal del río, que era normal, se redujo considerablemente de un día para otro», denunció Pirzada. Para muchos analistas, esta guerra del agua puede tener consecuencias catastróficas a mediano y largo plazo, especialmente en regiones agrícolas dependientes del riego.
La amenaza de una escalada nuclear
La situación actual preocupa profundamente a la comunidad internacional. India y Pakistán poseen arsenales nucleares y una historia de conflictos que han estado cerca de desencadenar una guerra total en varias ocasiones.
Ambos gobiernos se acusan mutuamente de romper el alto al fuego, vigente desde 2003 en la región de Cachemira. Durante las últimas noches, soldados de ambos lados han intercambiado disparos a lo largo de la Línea de Control.
El riesgo de una escalada fuera de control es real. Pakistán ha convocado a su Comité de Seguridad Nacional para evaluar la situación y decidir su respuesta. Mientras tanto, el ejército indio insiste en que su ofensiva fue «moderada» y que no se atacaron instalaciones militares pakistaníes.
Cachemira: un conflicto que no cesa
A pesar de los llamados a la calma, las tensiones entre India y Pakistán siguen creciendo. La población civil, especialmente en Cachemira, vive entre el miedo y la incertidumbre. Residentes de Muzaffarabad relataron cómo fueron despertados por las explosiones, sin saber si sobrevivirían al amanecer.
«Antes de que pudiéramos siquiera procesar lo que estaba pasando, más misiles caían», contó un habitante a la BBC.
La región continúa atrapada en un ciclo de violencia que parece interminable. Los errores políticos cometidos durante la partición en 1947 siguen cobrando víctimas hoy. Y con dos gobiernos enfrentados ideológicamente —uno influenciado por el nacionalismo hindú, el otro cada vez más islamizado— las esperanzas de una solución pacífica parecen lejanas.
Un futuro incierto
En pleno siglo XXI, dos naciones que comparten historia, cultura y dolor, permanecen atrapadas en una enemistad que amenaza con desbordarse en cualquier momento. La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos.
La única salida viable parece ser el diálogo. Sin embargo, mientras Cachemira siga siendo el campo de batalla de una disputa de décadas, y mientras las heridas de 1947 sigan abiertas, la paz entre India y Pakistán continuará siendo una meta difícil de alcanzar.
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