Querétaro una entidad atractiva para las empresas neerlandesas

Querétaro una entidad atractiva para las empresas neerlandesas

Querétaro, 25 febrero.- Querétaro es una entidad atractiva para las empresas neerlandesas, al ubicarse en el centro de México y fungir como puente para el continente americano.

La jefa adjunta de Misión y consejera de Asuntos Económicos de la Embajada del Reino de los Países Bajos, Judith Maas, refirió que existe interés de firmas por arribar tanto a la entidad como a otras regiones del país.

Es por eso, que en junio del 2017, la embajada abrió en Querétaro la Oficina Holandesa de Apoyo para los Negocios, la cual funge como enlace entre inversionistas y la región Bajío.

De acuerdo con la diplomática, se percibe un aumento en la presencia de firmas holandesas en el estado, mayormente en los rubros automotriz y agricultura.

“Trabajamos muy en conjunto los mexicanos y los holandeses. Sí tenemos mucha confianza en el país y sí queremos invertir y seguir trabajando juntos”, pronunció.

En la entidad, precisó, radican 60 empresas holandesas que se evocan a las industrias automotriz y agroindustrial.

“Hemos visto que Querétaro es un estado muy atractivo para hacer negocios, también para los holandeses y es por eso que hemos abierto una oficina aquí en Querétaro, hace dos años (…) A veces venimos de la embajada, de la Ciudad de México para apoyar”, pronunció.

Específicamente la agricultura protegida, por medio de invernaderos, es uno de los sectores en los que se desarrollan empresas originarias de Países Bajos.

Dentro de la industria automotriz, además de contar con productoras de autopartes, hay interés de que ambas naciones colaboren en materia de sustentabilidad, por medio del uso de vehículos eléctricos e híbridos.

“Y el otro sector muy importante es el automotriz; entonces somos proveedores de unidades para ensamblar coches y hoy estamos también mirando cómo podemos apoyar o trabajar juntos con México para la transición a un sistema más renovable”, puntualizó.

 

Encuentra la nota original en El Economista.

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