El alcalde de Tolimán, Querétaro, Alejo Sánchez de Santiago, enfrenta una ola de críticas tras la difusión de una imagen en la que sostiene un reloj que algunos usuarios han identificado como un Rolex valuado en cerca de 400 mil pesos. Sin embargo, el edil niega que se trate de un artículo de lujo y asegura que fue un regalo de estudiantes como muestra de agradecimiento por su apoyo a la educación.
La controversia estalló el 16 de junio, cuando el propio alcalde publicó en su cuenta de Facebook una imagen del reloj. En la fotografía, se observa una caja con una pieza metálica de correa bicolor (plata y dorado). El mensaje que acompañó la imagen decía:
“Un bonito presente… niñas y niños, infinitas gracias. Subí la foto para que corroboren que sí me fue entregado”.
Aunque no mencionó marcas ni precios, la apariencia del reloj desató sospechas. Varios usuarios aseguraron que se trataba de un Rolex, cuyo valor rondaría los 400 mil pesos, y lo consideraron una muestra de ostentación por parte del funcionario.
Un día después, el 17 de junio, Alejo Sánchez fue cuestionado por reporteros sobre la publicación y el presunto reloj de lujo. Durante una rueda de prensa grabada por el medio Círculo Noticias Querétaro, el alcalde respondió:
“Fue un regalo de niños de primaria (…) La verdad ni siquiera sé la marca del reloj”.
Más adelante en la misma conversación, corrigió que fueron estudiantes de secundaria quienes le entregaron el presente durante un evento escolar. También afirmó que no pudo recibirlo personalmente por atender los daños provocados por las lluvias en la zona.
Sánchez insistió en que el reloj no es un Rolex y que desconoce su valor comercial. “No soy de usar cosas así”, comentó.
Más allá de si el reloj es o no un Rolex, la indignación pública se ha centrado en dos aspectos: la procedencia del regalo y el contexto socioeconómico de Tolimán. Según datos del CONEVAL, el municipio es uno de los más pobres del estado, con más del 61% de su población en situación de pobreza.
En ese marco, muchos ciudadanos consideraron inapropiado que el alcalde aceptara un regalo que, aunque simbólico, podría interpretarse como un gesto de idolatría política o incluso como una muestra de favoritismo hacia ciertos sectores de la población.
Además, la idea de que estudiantes de primaria o secundaria puedan regalar un artículo costoso despertó sospechas. En el mismo video, uno de los asistentes preguntó irónicamente si se trataba de niños “a los que les daban buen domingo sus papás”.
Durante el mismo encuentro con medios, estos interrogaron a Alejo Sánchez sobre su sueldo como presidente municipal. Respondió que percibe un salario mensual de 100 mil pesos antes de impuestos, conforme al tabulador oficial.
La respuesta alimentó aún más la polémica, ya que algunos ciudadanos consideran que, aunque el reloj no sea un Rolex, sí podría estar fuera de lugar para un servidor público de una comunidad con tantas carencias económicas.
Hasta el momento, el Partido Verde Ecologista de México, partido al que pertenece Sánchez, no ha emitido un posicionamiento oficial sobre el incidente.
Uno de los aspectos más delicados del caso no está solo en el reloj, sino en cómo la historia se propagó como un hecho confirmado en redes sociales y algunos medios digitales nacionales sin que existiera una validación formal del supuesto Rolex.
Tras la publicación del alcalde Alejo Sánchez en Facebook, varios perfiles en redes sociales comenzaron a especular sobre la marca y el valor del reloj. Algunos usuarios interpretaron la imagen —con una caja abierta y el accesorio metálico en tonos dorado y plateado— como un Rolex Datejust, uno de los modelos más populares y fácilmente reconocibles de la marca suiza.
De ahí, la información comenzó a escalar. Diversas páginas de noticias, incluidas algunas con amplio alcance en Querétaro, retomaron las publicaciones virales y titularon sus notas dando por hecho que el alcalde portaba un reloj Rolex valuado en 400 mil pesos. En ninguno de estos textos se presentó una verificación del modelo ni una valoración técnica del reloj en cuestión.
Este fenómeno es un claro ejemplo de cómo se construyen las fake news en el entorno digital: una imagen ambigua, una interpretación apresurada, un juicio mediático en redes y, finalmente, su replicación en medios que priorizan la inmediatez sobre la verificación.
Además, pocos de los medios que replicaron la noticia aclararon que, hasta ahora, no hay evidencia que confirme la marca ni el valor del reloj. Tampoco indagaron si algún experto en relojería podía autenticar la pieza ni solicitaron información a la propia marca.
No solo eso, cuando el alcalde dijo que había sido un regalo y desmintió la información, hubo usuarios en redes y medios establecidos que cuestionaron si le creían o no a Sánchez.
Esta situación refleja un problema profundo en el ecosistema informativo: el debilitamiento de los procesos editoriales que tradicionalmente validaban los datos antes de difundirlos. La presión por captar tráfico y el ritmo acelerado de las plataformas digitales ha llevado a muchos portales a convertirse, más que en generadores de contenido verificado, en amplificadores de narrativas virales sin sustento sólido.
Por otro lado, el propio alcalde también contribuyó, aunque de forma indirecta, al malentendido. Su publicación parecía más una carta de agradecimiento espontánea que una estrategia de comunicación institucional, y carecía de la precisión que exige el ejercicio público, especialmente en tiempos donde cualquier detalle puede viralizarse. Aunque para muchos es obvio que no es un Rolex, comunicación con intención y claridad es extremadamente importante cuando eres servidor público.
En este contexto, tanto los actores políticos como los medios de comunicación y los ciudadanos tienen responsabilidad en la creación y propagación de fake news. El caso del presunto Rolex en Tolimán revela cómo una historia mal contada, mal interpretada o mal verificada puede derivar en una controversia que erosiona la confianza pública.
La lección es clara: en una era dominada por la velocidad de la información, verificar antes de compartir o publicar no es solo una buena práctica, sino una obligación ética. Y para quienes ostentan cargos públicos, comunicar con claridad es más importante que nunca.
El episodio de Alejo Sánchez no es un hecho aislado. En 2018, criticaron a Tatiana Clouthier, entonces coordinadora de campaña del presidente López Obrador, por usar un Rolex en su foto de perfil. Ella respondió que fue un regalo de su esposo y rechazó cualquier contradicción con el discurso de austeridad.
Otros políticos también han sido señalados por el uso de relojes de lujo. Entre ellos, César Camacho, expresidente del PRI, ha sido relacionado con marcas como Patek Philippe o Ulysse Nardin, cuyos modelos pueden costar más de 700 mil pesos.
Aunque hasta la fecha no se ha confirmado que el reloj del alcalde de Tolimán sea un Rolex, el incidente pone sobre la mesa una discusión más amplia sobre la responsabilidad de los funcionarios públicos en la construcción de una imagen acorde a la realidad de sus comunidades.
El reloj puede no valer 400 mil pesos, pero el costo político de presumirlo en redes sociales, especialmente en un municipio con altos niveles de pobreza, podría ser mucho mayor.
Alejo Sánchez de Santiago asegura que su actuar responde al compromiso con la educación y el bienestar de Tolimán. No obstante, este tipo de gestos deben medirse con cuidado, sobre todo cuando la confianza ciudadana está en juego.
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