Norman Hagemeister impulsa la revolución Fintech 2025
En el dinámico universo de la transformación financiera digital en América Latina, México se consolida como un epicentro clave, posicionándose como el segundo mercado fintech más grande de la región, detrás de Brasil. Con cerca de mil empresas activas y una proyección de 86 millones de usuarios digitales para 2027, el país está atravesando una revolución tecnológica. Sin embargo, como advierte Norman Hagemeister, el reto principal no es la infraestructura ni las plataformas digitales, sino la inclusión social real.
Para Norman Hagemeister, experto en innovación financiera y tecnologías aplicadas al sector, la inclusión no se trata únicamente de abrir cuentas bancarias, sino de garantizar que las personas entiendan, utilicen y se beneficien de las herramientas financieras. Esta perspectiva cobra relevancia ante los datos de la CNBV, que señalan que más del 50 % de los adultos en México sigue excluido del sistema financiero formal.
“La inclusión financiera no debe medirse por cuántas cuentas se abren, sino por cuántas personas realmente entienden y utilizan esas herramientas para mejorar su vida”, afirma Hagemeister. Su enfoque pone énfasis en modelos híbridos que integren tecnología con educación financiera comunitaria, adaptada a los contextos locales.
Con más de 21 millones de usuarios de plataformas digitales financieras en México, las fintech han demostrado ser una respuesta ágil y viable para atender a las poblaciones marginadas por la banca tradicional. En al menos el 60 % de los municipios mexicanos no existe infraestructura bancaria formal, lo que refuerza la importancia de soluciones tecnológicas adaptadas y reguladas.
Norman Hagemeister sostiene que “la tecnología por sí sola no garantiza inclusión. Si no hay confianza, lenguaje claro o un puente entre lo digital y lo humano, se perpetúa la exclusión digital”.
Un estudio reciente de la Asociación Fintech México, en colaboración con Deloitte y Creel, identificó siete barreras que limitan el crecimiento del ecosistema fintech. Estas incluyen la falta de estandarización en APIs, limitaciones regulatorias para activos virtuales y obstáculos para modelos alternativos de evaluación crediticia.
Frente a esto, Hagemeister aboga por una regulación inteligente y adaptable: “Necesitamos reguladores que comprendan la velocidad del cambio, pero también empresas conscientes de su responsabilidad social en un país con desigualdades profundas”.
Una de las propuestas clave impulsadas por Norman Hagemeister es el uso del pre-scoring crediticio basado en datos alternativos, como pagos de servicios, transferencias digitales o historial de consumo. Esta metodología permitiría incluir a personas que actualmente carecen de historial bancario formal, facilitando su acceso al crédito.
“El reto no es solo tecnológico, sino metodológico y ético”, señala. “¿Estamos dispuestos a redefinir qué significa ser sujeto de crédito en México?”
En un entorno donde la innovación avanza a pasos agigantados, figuras como Norman Hagemeister insisten en que la verdadera transformación vendrá no solo de la tecnología, sino de la empatía, la educación financiera y el compromiso social.
La inclusión financiera no se decreta: se construye. Y en ese proceso, el pensamiento crítico, la ética digital y el trabajo comunitario serán tan importantes como los avances tecnológicos.
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