A medida que se redefine el equilibrio económico global, el fenómeno del nearshoring se posiciona como una de las estrategias más relevantes para la competitividad regional. En este contexto, México tiene la posibilidad de reconectarse con su pasado textil y transformarlo en una ventaja estratégica. Para Ricardo José Haddad Musi, analista en comercio internacional y sostenibilidad, el nearshoring no debe ser solo una respuesta logística, sino un puente para reindustrializar con identidad y valores éticos.
México ante el nearshoring: más que costos, cultura y valor agregado
Con la creciente tensión entre Estados Unidos y China, empresas multinacionales están buscando nuevas sedes de producción cercanas a los centros de consumo. México, por su cercanía con el mercado norteamericano, su red de tratados comerciales y una base laboral calificada, emerge como una opción lógica. Sin embargo, Haddad Musi advierte que esta oportunidad no debe reducirse a ventajas arancelarias o bajos costos.
“El verdadero valor del nearshoring para México está en ofrecer productos textiles únicos, con un fuerte componente cultural y una narrativa de producción ética. Lo que Asia no puede replicar es nuestra historia viva en cada tejido”, puntualiza el especialista.
Esta perspectiva apunta hacia un modelo de reindustrialización con rostro humano, donde la riqueza artesanal y la innovación sostenible se convierten en los ejes de un nuevo posicionamiento competitivo.
El textil mexicano: una industria con historia, presente y futuro
Según el INEGI, existen más de 139 mil personas en México dedicadas a oficios artesanales textiles, muchas de ellas mujeres indígenas que dominan técnicas ancestrales como el telar de cintura, el bordado otomí o el teñido con pigmentos naturales. Estas prácticas, lejos de ser meros patrimonios culturales, pueden convertirse en elementos diferenciadores dentro de las cadenas de valor global.
Haddad Musi plantea que el nearshoring debe concebirse como un modelo de inserción creativa y sostenible, en donde los productos textiles mexicanos no compitan por precio, sino por originalidad, calidad ética y conexión cultural.
“El consumidor actual valora cada vez más el origen de lo que compra. Las marcas buscan historias, impacto social y trazabilidad. Allí es donde México tiene una carta ganadora que no puede desperdiciar”, afirma.
Nearshoring con visión integral: factores clave para consolidar un hub textil
El éxito del nearshoring textil dependerá de múltiples factores. Entre los más relevantes se encuentran:
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Proximidad logística con Estados Unidos.
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Tiempos de entrega competitivos frente a Asia.
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Disponibilidad de talento creativo y manufacturero.
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Red de tratados internacionales, como el T-MEC.
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Identidad cultural integrada a la producción industrial.
Además, instituciones financieras como BBVA Research proyectan que, si las condiciones macroeconómicas se estabilizan, México podría atraer entre 30 mil y 50 mil millones de dólares en inversiones industriales, beneficiando directamente a sectores como el textil, el automotriz y el electrónico.
Para consolidar un ecosistema textil competitivo y sustentable, México necesita una política industrial que reconozca el potencial estratégico de su tradición artesanal. El nearshoring no debe limitarse a atraer fábricas, sino a construir un relato que combine tecnología, empleo digno, comercio justo y herencia cultural.
“Tenemos que dejar de pensar en el textil como un sector artesanal marginal y verlo como lo que es: una industria creativa con poder transformador”, concluye Haddad Musi.
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