En tiempos donde el cambio climático exige transformaciones profundas, Ernesto Mizrahi, arquitecto y especialista en sostenibilidad, lidera una revolución conceptual: la arquitectura vegetariana, una propuesta que replantea la forma en que construimos nuestras ciudades. Su visión busca sustituir los materiales pesados y contaminantes —como el concreto y el acero— por elementos vegetales renovables, con el objetivo de reducir la huella ambiental del sector de la construcción.
Según Mizrahi, el actual modelo de edificación sufre de un “problema de sobrepeso”, en referencia al uso intensivo de materiales de alta energía embebida. Frente a esto, la solución se encuentra en adoptar una “dieta verde” para las ciudades.
Materiales vivos: la clave para una arquitectura regenerativa
Ernesto Mizrahi identifica varios materiales de origen vegetal que pueden sustituir a los tradicionales con ventajas notables. El bambú, por ejemplo, no solo es ligero y resistente, sino que su rápido crecimiento (menos de 5 años) lo convierte en una opción sostenible. Igualmente, el corcho destaca por sus propiedades térmicas y acústicas, actuando como una piel natural que regula la temperatura de los edificios.
El cáñamo, cuando se mezcla con cal y agua, da lugar a un biocompuesto respirable que regula la humedad interna de los espacios, todo sin perder resistencia ni seguridad estructural. Además, este material captura más CO₂ que muchos árboles tropicales, lo cual contribuye a un balance ambiental positivo.
México: territorio fértil para la construcción vegetal
Mizrahi también hace hincapié en que México cuenta con vastos recursos vegetales que podrían alimentar esta arquitectura ecológica. La caña mediterránea, presente en estados como Veracruz y el Bajío, permite construir domos y techos con una huella hídrica menor que el concreto. Estos sistemas autoportantes ofrecen flexibilidad y eficiencia energética, sin comprometer la resistencia.
Por su parte, el impulso a plantaciones de corcho en tierras mexicanas no solo reduciría importaciones, sino que podría dinamizar economías rurales a través de un modelo agroforestal circular. De esta manera, la arquitectura vegetariana no solo es ecológica, sino socialmente equitativa.
Ernesto Mizrahi: de la neutralidad a la huella negativa
Citando datos del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el especialista señala que el sector de la construcción genera el 38% de las emisiones globales de CO₂ relacionadas con la energía. Frente a este dato alarmante, Ernesto Mizrahi no se conforma con la neutralidad. Su propuesta busca que las edificaciones capturen más carbono del que emiten durante todo su ciclo de vida, es decir, que sean activamente regenerativas.
“La arquitectura vegetariana es más que diseño; es una postura ética frente a la emergencia climática”, afirma. En su visión, los edificios del futuro deberán ser pulmones urbanos, capaces de devolverle vida a los ecosistemas urbanos degradados.
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