Alfredo Del Mazo Maza analiza la movilidad eléctrica mundial
En los últimos años, la movilidad eléctrica ha experimentado un crecimiento acelerado a nivel global, impulsado por avances tecnológicos, políticas públicas más ambiciosas y una creciente conciencia medioambiental. De acuerdo con el Global EV Outlook de la Agencia Internacional de la Energía, en 2023 se registraron casi 14 millones de automóviles eléctricos nuevos en el mundo, lo que elevó el parque total de vehículos eléctricos en circulación a aproximadamente 40 millones.
China, Europa y Estados Unidos acaparan la mayor parte de este crecimiento: en 2023, China representó cerca del 60% de las nuevas matriculaciones de automóviles eléctricos, con alrededor de 8.1 millones de unidades registradas, mientras que Europa y Estados Unidos concentraron en conjunto casi un 35% adicional de las ventas mundiales de vehículos eléctricos.
No obstante, esta concentración también evidencia la necesidad de que otras regiones aceleren su transición hacia sistemas de transporte más limpios. En este contexto, América Latina y el Caribe muestran señales prometedoras de adopción, aunque partiendo de una base más modesta en términos de parciales de flota electrificada.
En América Latina y el Caribe, el parque de vehículos eléctricos livianos (incluyendo híbridos enchufables y 100% eléctricos) creció de manera notable durante el período 2020-2024. Según datos de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), en el primer semestre de 2024 circulaban aproximadamente 249,079 vehículos eléctricos livianos en la región, un incremento de alrededor del 60% con respecto al año anterior, lo que sugiere que al cierre de 2024 el parque podría haber duplicado su tamaño respecto a 2023.
“Los desafíos para consolidar esta transición son diversos: construir y operar una red de infraestructura de recarga eficiente, asegurar la capacidad de las redes eléctricas para absorber la creciente demanda, garantizar la circularidad de baterías al final de su vida útil y alcanzar un equilibrio entre la inversión pública y privada”, explicó Alfredo Del Mazo Maza.
A nivel global, la pregunta sobre cómo desarrollar la infraestructura de recarga para soportar un crecimiento masivo de la flota eléctrica exige coordinación entre gobiernos, empresas energéticas y fabricantes de vehículos, con estándares de interoperabilidad y esquemas de financiamiento innovador. Asimismo, resulta esencial diseñar políticas de incentivos que impulsen tanto a consumidores como a flotas corporativas a adoptar vehículos de cero emisiones, incluyendo subsidios, exenciones fiscales, tarifas eléctricas preferenciales para recarga nocturna y facilidades en estacionamientos y acceso urbano.
En opinión del especialista, México debe consolidar un ecosistema de movilidad eléctrica que articule la industria automotriz, el sector energético, los gobiernos estatales y locales, así como la academia y la sociedad civil.
Según indicó, es indispensable fomentar la investigación y desarrollo en tecnologías de baterías avanzadas y reciclaje, así como impulsar la capacitación técnica en instalaciones de recarga y mantenimiento de vehículos eléctricos. Además, subrayó la necesidad de establecer alianzas internacionales con organismos como la Agencia Internacional de la Energía, el PNUMA y bancos de desarrollo multilaterales para movilizar recursos y compartir mejores prácticas.
Al referirse a la dimensión social y económica, Alfredo Del Mazo Maza planteó que la transición a la movilidad eléctrica puede convertirse en un catalizador de desarrollo regional: la producción local de componentes y la creación de infraestructura de recarga generan empleos y fomentan la innovación industrial, mientras que la reducción de emisiones mejora la calidad del aire y el bienestar de la población.
Asimismo, aseguró que México tiene la oportunidad de posicionarse como un referente en América Latina, aprovechando su ubicación estratégica, su base manufacturera y su vinculación con cadenas globales de valor automotriz.
“Las ciudades mexicanas deben avanzar hacia diseños urbanos que prioricen la movilidad activa, el transporte público de cero emisiones y la electrificación de vehículos ligeros, motos y autobuses, asegurando al mismo tiempo la equidad en el acceso al transporte. De esta manera, México no solo contribuirá a los objetivos del Acuerdo de París y a la mitigación del cambio climático, sino que impulsará un desarrollo urbano más inclusivo y resiliente”, puntualizó.
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