Este lunes 7 de abril, los mercados financieros del mundo enfrentaron un lunes negro. La fuga de capitales, la caída de las bolsas y el temor a una recesión global fueron detonados por la escalada en la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
La jornada estuvo marcada por la venta masiva de activos de riesgo. Inversionistas huyeron hacia activos refugio, como el oro, el yen japonés y el franco suizo. La causa directa: las nuevas represalias comerciales de China, en respuesta a los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump.
Las consecuencias se sintieron desde Asia hasta América. Las bolsas registraron desplomes históricos, el petróleo cayó más de 3% y los rendimientos de los bonos del Tesoro bajaron con fuerza. El temor a una recesión ya no es solo una posibilidad, sino un riesgo latente.
El término se ha utilizado en diversas ocasiones para describir varios eventos financieros catastróficos. Uno de los más conocidos es el Lunes Negro de 1987 cuando los mercados bursátiles de todo el mundo experimentaron caídas dramáticas. Aquel año, el índice Dow Jones en Estados Unidos cayó un 22,6%, lo que representó la mayor caída porcentual en un solo día en la historia del mercado de valores de EE. UU.
Sin embargo, esta referencia también se utiliza para aquellos días en los que se producen caídas abruptas y drásticas en los mercados financieros globales, debido al pánico generalizado y la gran incertidumbre que generan. Aunque el lunes de 1987 es el más famoso, se ha utilizado el término para describir otros días en los que los mercados experimentan caídas significativas, ya que los lunes tienen una gran repercusión tras el cierre de los mercados durante el fin de semana.
Los mercados bursátiles asiáticos encabezaron las pérdidas. En Hong Kong, el índice Hang Seng cayó casi 13%, su peor caída desde 1997. En Taiwán, la bolsa local sufrió la mayor pérdida de su historia reciente, mientras que en Japón el Nikkei cayó 7.8%.
Corea del Sur activó un “circuit breaker” ante la magnitud de las pérdidas, suspendiendo operaciones brevemente. En Sídney, el mercado cayó 4.2%, y en Bombay el desplome fue generalizado.
Europa no fue la excepción. El índice alemán DAX cedió hasta 10% en operaciones intradía. París perdió más del 6%, Londres cayó 5.8% y Madrid registró una baja del 3.6%.
Wall Street no fue la excepción. El Dow Jones cayó 1,300 puntos en las primeras horas del día, equivalentes al 3.77%. El S&P 500 perdió 3.94% y el Nasdaq retrocedió 4.17%, confirmando una tendencia bajista que inició la semana pasada.
El viernes anterior, el S&P 500 había registrado su peor caída de dos días desde marzo de 2020, con una pérdida acumulada de más de 5 billones de dólares. Esta semana inició con una nueva oleada de ventas.
Frente a este panorama, los analistas no dudaron en hablar de un lunes negro comparable al colapso financiero de 2008.
La raíz del pánico financiero es clara: la política arancelaria agresiva del gobierno de Donald Trump. El mandatario impuso un arancel universal del 10% a todas las importaciones, lo que desató una ola de represalias.
China respondió con aranceles del 34% a todos los productos estadounidenses, además de imponer controles de exportación sobre minerales raros clave para la industria tecnológica y médica.
Trump, lejos de calmar los mercados, intensificó el conflicto. A bordo del Air Force One, afirmó: “¡No sean débiles! ¡No sean estúpidos!… La grandeza será el resultado”.
El presidente también amenazó con elevar los aranceles a 50% si China no se retira del conflicto antes del martes. Además, suspendió las negociaciones comerciales en curso.
En su red Truth Social, escribió que Estados Unidos “tiene la oportunidad de hacer algo que debió hacerse hace décadas”.
Ante la creciente inestabilidad financiera, la Reserva Federal de Estados Unidos convocó una reunión extraordinaria a puerta cerrada. El encuentro, programado para el lunes, busca evaluar las tasas de anticipo y descuento que aplica a los bancos del sistema.
La reunión refleja la preocupación del banco central por el impacto que los aranceles puedan tener en el crecimiento económico y la inflación.
Jerome Powell, presidente de la Fed, dejó claro que no habrá una reacción precipitada. Sin embargo, los mercados ya descuentan al menos cinco recortes en las tasas de interés para este año.
Los rendimientos de los bonos del Tesoro a dos años, sensibles a la política monetaria, cayeron 22 puntos básicos. El dólar mostró un comportamiento mixto, presionado por la debilidad interna y por la fortaleza del yen y el franco suizo.
Sin embargo, el silencio de la Fed ante el pánico generalizado ha sido interpretado como una señal de debilidad institucional. “Las opciones de Trump, la Fed y Xi han desaparecido a la vez”, afirmó Charu Chanana, estratega jefe de inversiones de Saxo Markets.
Las políticas comerciales de Trump ya comienzan a generar estragos en la economía real, y podrían provocar una recesión global, de acuerdo con diversos analistas. Las empresas están ajustando sus planes de inversión, los pronósticos de crecimiento se han reducido y los riesgos de recesión se multiplican.
Bruce Kasman, economista jefe de JPMorgan, advirtió que el tamaño y la intensidad de las medidas arancelarias podrían empujar tanto a Estados Unidos como al mundo hacia una recesión. Calcula una probabilidad del 60% de una desaceleración significativa en los próximos meses.
Por su parte, Steve Cochrane, de Moody’s Analytics, señaló que Estados Unidos podría entrar en recesión en cuestión de semanas, y que esta podría durar hasta un año.
Las grandes tecnológicas chinas como Alibaba y JD.com lideraron las pérdidas con caídas de más del 17% y 14% respectivamente. El cobre y el petróleo también retrocedieron, arrastrados por la incertidumbre sobre la demanda global.
En el mercado de deuda, los bonos del Tesoro a dos años cayeron 22 puntos básicos, una señal de que los inversionistas anticipan recortes de tasas y una desaceleración fuerte.
México no quedó al margen de la tormenta financiera. La Bolsa Mexicana de Valores (BMV) inició la jornada con una baja del 0.5%, mientras que la Bolsa Institucional de Valores (BIVA) retrocedió cerca de un 1%.
La caída se atribuye al contagio por la incertidumbre internacional. Los mercados mexicanos siguen la tendencia de Asia, Europa y Estados Unidos. Los inversionistas temen una contracción en el comercio global, lo que afectaría las exportaciones mexicanas, particularmente hacia Estados Unidos y China.
Además, la presión sobre el peso mexicano y la posibilidad de cambios en la política monetaria de la Fed complican el panorama para la economía nacional. El impacto en el tipo de cambio, la inversión extranjera directa y la balanza comercial podría ser considerable si se consolida una política exterior estadounidense aún más agresiva.
La volatilidad de los mercados probablemente continuará durante la semana, según Win Thin, analista de Brown Brothers Harriman. “Prevemos que las consecuencias de los aranceles en el mercado continuarán esta semana”, advirtió.
Tanto analistas como inversionistas consideran que, sin una corrección en las políticas arancelarias, el mercado podría seguir cayendo y las pérdidas prolongarse. La guerra comercial está erosionando la confianza global y generando una parálisis en las decisiones económicas clave.
En Asia, ya se activaron “circuit breakers” para frenar la caída de los mercados, mientras que Corea del Sur suspendió temporalmente las órdenes de venta programadas. Estas medidas de emergencia solo refuerzan la gravedad del momento.
El lunes negro del 7 de abril marca un punto de inflexión. La guerra comercial ya no es solo un conflicto de políticas; ahora sacude los cimientos del sistema financiero global.
Los efectos podrían sentirse durante semanas, incluso meses. La combinación de políticas proteccionistas, inflación, caída bursátil y fuga de capitales crea un escenario de alta volatilidad.
Si no hay un cambio de rumbo por parte de Estados Unidos o China, el riesgo de recesión global será cada vez mayor. El papel de la Reserva Federal, la respuesta de otras economías y la resiliencia del sector productivo serán clave en lo que podría ser una de las crisis más importantes desde 2008.
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