Cada 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, una fecha que promueve la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual. Sin embargo, también es una oportunidad para reflexionar sobre los vacíos históricos que persisten en la literatura, especialmente la subrepresentación de las mujeres escritoras.
Mientras grandes nombres masculinos han sido canonizados, muchas autoras han sido silenciadas, ignoradas o relegadas al margen. Hoy, más que una efeméride cultural, el Día del Libro debe ser también una invitación a revisar qué historias leemos y quiénes las cuentan.
La fecha del 23 de abril no es casual. Fue elegida por la UNESCO en 1995 debido a que ese día de 1616 fallecieron tres grandes figuras de la literatura mundial: Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega. Aunque sus muertes no ocurrieron exactamente en la misma fecha del calendario (por las diferencias entre el calendario juliano y el gregoriano), se tomó este día como símbolo universal de la literatura.
Desde entonces, el Día Mundial del Libro busca fomentar el hábito lector, reconocer la importancia de los libros como puentes entre culturas y dar visibilidad a los derechos de los autores y autoras. Cada año, la UNESCO designa una “Capital Mundial del Libro” para incentivar actividades culturales; en 2025, esta distinción corresponde a Kuala Lumpur.
Pero detrás de esta celebración global, también emergen interrogantes urgentes: ¿qué tipo de libros son los más leídos? ¿Cuántas mujeres han sido reconocidas en la historia de la literatura? ¿Qué lugar ocupan hoy?
A lo largo de los siglos, las mujeres escritoras han enfrentado barreras de acceso a la educación, censura, estigmas sociales y negación de su autoría. Muchas debieron escribir bajo seudónimos masculinos para poder publicar. Mary Ann Evans firmó como George Eliot. Las hermanas Brontë adoptaron los nombres de Currer, Ellis y Acton Bell. Incluso J.K. Rowling fue aconsejada por su editorial para no usar su nombre completo y evitar que los lectores supieran que era mujer.
El canon literario —es decir, ese conjunto de obras consideradas fundamentales por la crítica, las instituciones educativas y el mercado— ha sido históricamente definido por hombres. Esto ha provocado una invisibilización sistemática de autoras que escribieron sobre temas considerados “menores”, como la vida doméstica, la maternidad, los afectos o las relaciones humanas.
Además, en muchos países, las mujeres escritoras enfrentan una menor promoción editorial, menos traducciones, escaso acceso a premios literarios y menor cobertura en medios culturales.
A pesar de los obstáculos, muchas mujeres lograron abrirse paso en la historia literaria y dejaron huella con su obra. Algunas de las autoras más relevantes a lo largo de los siglos son:
Poeta, filósofa y figura clave del Siglo de Oro, Sor Juana defendió el derecho de las mujeres al conocimiento. Su obra combina agudeza intelectual, crítica social y belleza poética.
Pionera de la novela moderna, Austen escribió con ironía y profundidad sobre la vida y las aspiraciones de las mujeres de su tiempo. Orgullo y prejuicio es solo una de sus obras célebres.
Referente del modernismo literario, Woolf también fue una pensadora feminista clave. En Una habitación propia reflexionó sobre la necesidad de independencia económica y creativa para las mujeres.
Primera autora latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura (1945), Mistral fue poeta, diplomática y defensora de los derechos de la infancia y las mujeres.
Ganadora del Nobel en 1993, su obra denunció el racismo, la violencia estructural y la resistencia afroamericana. Beloved es una de sus novelas más impactantes.
En la actualidad, muchas autoras están ganando visibilidad en el panorama literario internacional, aunque aún enfrentan retos. Algunas de las más influyentes en la literatura contemporánea son:
Autora de Americanah y Todos deberíamos ser feministas, Adichie escribe sobre raza, migración, feminismo y la experiencia africana desde una mirada aguda y cercana.
Su tetralogía Dos amigas es un fenómeno editorial global. La identidad de Ferrante sigue siendo un misterio, lo que ha abierto el debate sobre anonimato y autoría femenina.
Ensayista, narradora y académica, Glantz es una voz fundamental en la literatura mexicana contemporánea. Su estilo experimental y su humor filoso la distinguen.
Reconocida por su literatura de terror social, Enríquez denuncia desde lo fantástico las violencias estructurales en América Latina. Nuestra parte de noche ganó el Premio Herralde.
Cronista de excelencia, su prosa periodística ha sido reconocida internacionalmente. Guerriero ha explorado desde la figura del artista hasta los márgenes de la sociedad.
Celebrar el Día del Libro es también preguntarse qué voces estamos leyendo. ¿Por qué hay tantas autoras ausentes en los programas escolares? ¿Por qué en los estantes de los premios literarios siguen predominando los nombres masculinos?
Diversos colectivos feministas y académicas proponen crear bibliotecas con perspectiva de género, impulsar estudios de literatura escrita por mujeres y promover la lectura crítica desde la infancia. También se ha intensificado el trabajo de editoriales independientes que publican y rescatan obra escrita por mujeres, disidencias y autoras racializadas.
Hoy, leer es también un acto político. Ampliar el canon, cuestionar los sesgos y buscar voces diversas es una forma de construir una cultura literaria más justa y representativa.
El Día Mundial del Libro no debe ser solo una jornada para regalar novelas o publicar frases célebres. Es también una oportunidad para reconocer a las autoras que han sido silenciadas, impulsar a las que escriben hoy y garantizar que las futuras generaciones tengan acceso a una literatura más diversa, rica y equitativa.
La historia de la literatura está incompleta sin las mujeres. Y la lectura, como ejercicio transformador, solo puede ser plena cuando todas las voces tienen espacio.
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