En un contexto donde las empresas enfrentan una creciente exigencia por parte de inversionistas, consumidores y reguladores para incorporar criterios de diversidad, equidad, inclusión, interseccionalidad e innovación (DEIII), Alfredo Gadsden destaca el valor estratégico de adoptar estas políticas como un eje de liderazgo corporativo. «Estamos en un punto de inflexión. Las empresas que no integren principios DEIII no solo perderán relevancia social, también perderán valor financiero en el mediano plazo», advierte Gadsden.
En México, solo el 13% de los asientos en consejos de administración en empresas que cotizan en bolsa están ocupados por mujeres, y apenas el 3% tienen una CEO mujer. A esto se suma una brecha salarial de género que ronda el 14% en promedio, y una participación económica femenina que apenas alcanza el 46%, lejos del 67% que registra la OCDE. Para Gadsden, abrir espacios reales para el liderazgo femenino no es solo un acto de justicia social, sino una necesidad estratégica.
Desde una perspectiva basada en el impacto social y el desarrollo sostenible, Alfredo Gadsden sugiere que el sector privado tiene la capacidad de fortalecer el liderazgo empresarial desde la equidad estructural. El objetivo es seguir promoviendo la innovación sin excluir al talento valioso que podría aportar a la competitividad del país. Por ello, propone impulsar una transición hacia modelos empresariales centrados en la dignidad humana, donde la diversidad de voces, la equidad sustantiva y la inclusión activa de grupos históricamente marginados se conviertan en ejes rectores del liderazgo. «El liderazgo no tiene género ni clase. Tiene competencias, talento, empatía y visión», sostuvo el empresario.
Según datos de la OCDE, las organizaciones que promueven la equidad de género en sus órganos de decisión pueden incrementar su rentabilidad hasta en un 15%, además de mejorar su reputación corporativa.
Para ello, Alfredo Gadsden promueve transformar el liderazgo empresarial en México mediante la reducción y el cierre de brechas salariales, la implementación de protocolos de inclusión y no discriminación basados en un enfoque interseccional, que atienda las múltiples dimensiones de diversidad. Complementa estas medidas con programas de mentoría dirigidos a mujeres y personas de grupos históricamente excluidos, además de reformas estructurales que faciliten la integración de más mujeres en puestos directivos y consejos de administración.
Para el empresario mexicano, adoptar las estrategias DEIII no es solo una cuestión de justicia social, sino una decisión estratégica que impacta directamente en la sostenibilidad, el acceso a capital de impacto, la retención de talento y la fidelidad de consumidores conscientes.
«La economía del futuro es una economía con conciencia. Los principios DEIII significan un compromiso social; son el cimiento de los nuevos modelos de liderazgo empresarial», concluyó.
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