Querétaro y los data centers: desarrollo tecnológico con sed de agua

Querétaro y los data centers: desarrollo tecnológico con sed de agua
Querétaro y los data centers: desarrollo tecnológico con sed de agua

Querétaro se ha convertido en un polo de atracción para empresas tecnológicas globales que buscan instalar data centers en México. Su ubicación estratégica, buena conectividad, estabilidad energética y seguridad jurídica han hecho del estado un imán para inversiones en infraestructura digital.

Microsoft, AWS, Equinix y Layer 9 son algunas de las compañías que ya han anunciado o iniciado operaciones en la región. En 2024, Layer 9 comenzó la construcción de un campus de data centers de 325 megavatios (MW) en El Marqués, mientras que Equinix abrió su primer centro de datos en México también en el estado. Este ecosistema promete convertir a Querétaro en el nuevo corazón digital de América Latina.

Los beneficios económicos

El desarrollo de centros de datos promete beneficios importantes para la economía queretana. Estos proyectos generan empleos especializados en tecnología, incrementan la demanda de servicios locales y posicionan al estado como un hub de innovación.

Según estimaciones oficiales, los data centers podrían atraer más de 2,000 millones de dólares en inversiones en los próximos cinco años. Tan solo Layer 9 estima que su campus empleará a más de 1,000 personas entre construcción, operación y mantenimiento. Esto representa una oportunidad importante para profesionales del sector tecnológico y para el fortalecimiento del capital humano local.

Un modelo que necesita agua

Sin embargo, el crecimiento acelerado de esta industria conlleva retos importantes, especialmente en un estado con estrés hídrico como Querétaro. Los centros de datos requieren grandes cantidades de agua para enfriar sus sistemas y mantener operativos los servidores.

Una investigación publicada por Wired reveló que, en promedio, un data center puede consumir entre 1 y 5 millones de galones de agua al día, dependiendo de su tamaño y tecnología de enfriamiento. En contextos donde el acceso al agua es limitado, este uso intensivo puede agravar tensiones sociales y ambientales.

Querétaro atraviesa una crisis hídrica que se ha intensificado en los últimos años. En respuesta, el estado ha impulsado proyectos como el Sistema El Batán, una nueva fuente de abastecimiento que será operada por la CEA y el municipio de Querétaro con una inversión conjunta de más de 300 millones de pesos. Este sistema abastecerá a zonas de alta demanda como la zona metropolitana y será clave para sostener el crecimiento industrial y residencial.

El debate sobre sostenibilidad

Ante estas tensiones, se ha puesto sobre la mesa la necesidad de evaluar el costo ambiental de este modelo de desarrollo. Expertos en sustentabilidad, urbanismo y derechos humanos han advertido que sin una planificación adecuada, el crecimiento desmedido de centros de datos puede profundizar desigualdades en el acceso al agua y generar impactos ecológicos irreversibles.

El reportaje de Wired destaca que muchos de estos proyectos se instalan en zonas de alto estrés hídrico sin que existan regulaciones claras sobre su impacto. Aunque algunas empresas han comenzado a migrar hacia tecnologías de enfriamiento más eficientes o con aire, aún no es la norma en países como México. Además, el marco regulatorio en materia de uso de agua para data centers es aún incipiente y carece de transparencia.

En respuesta a estas preocupaciones, el municipio de Querétaro ha iniciado proyectos de infraestructura como el que conectará el sistema El Batán al Acuaférico II y a la zona norponiente, con el objetivo de garantizar el suministro. Este proyecto incluye 15 kilómetros de nuevas líneas de conducción y busca atender la creciente demanda derivada tanto del crecimiento poblacional como de la instalación de nuevos parques industriales y tecnológicos.

Por su parte, algunas empresas como Layer 9 han anunciado que buscarán obtener certificaciones internacionales de eficiencia energética y que planean operar con energía renovable y sistemas de enfriamiento con bajo consumo hídrico. Sin embargo, estos anuncios aún no se traducen en compromisos verificables por parte de todas las compañías del sector.

¿Quién paga el costo?

El auge de los centros de datos en Querétaro plantea una interrogante urgente: ¿quién asume el costo ambiental y social de este desarrollo? Si bien la inversión tecnológica es bienvenida, su expansión debe realizarse con criterios de justicia ambiental y transparencia.

Organizaciones civiles y académicas han llamado a establecer mecanismos de gobernanza que involucren a comunidades locales en la toma de decisiones, especialmente cuando se trata del uso de recursos naturales como el agua. También proponen que se exija a las empresas publicar sus consumos hídricos y energéticos, y que se impongan límites en zonas con alto estrés hídrico.

En el reportaje de Wired, se menciona que en países como Chile y Sudáfrica ya existen tensiones sociales debido al consumo de agua por parte de centros de datos, mientras que en los Países Bajos se han establecido moratorias para frenar su expansión. México aún está a tiempo de diseñar un modelo que priorice la sostenibilidad antes de enfrentar crisis más severas.

Un modelo en construcción

Querétaro tiene el potencial de convertirse en un referente en infraestructura digital para América Latina, pero el camino debe construirse con responsabilidad. La apuesta por los data centers no puede hacerse a costa del acceso al agua, la equidad territorial o el medio ambiente.

El reto está en diseñar políticas públicas que equilibren desarrollo económico, protección ambiental y derechos sociales. Esto implica fortalecer la regulación, transparentar la información, innovar en tecnología sustentable y, sobre todo, colocar a las personas y al territorio en el centro de la toma de decisiones.

La transformación digital de México no puede estar desconectada de la justicia ambiental. En un contexto de crisis climática y escasez hídrica, el modelo de desarrollo debe ser más que tecnológico: debe ser ético, justo y sostenible.

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