Ceda empodera a mujeres con carácter incluyente

Ceda empodera a mujeres con carácter incluyente

Nota publicada originalmente por Excélsior

Ciudad de México, 7 Marzo.- Guillermina Hernández Gasca es ejemplo de empoderamiento de la mujer en la Central de Abasto de la Ciudad de México.

Nació sin su mano derecha, tiene dos hijos y forma parte de la colectividad que a diario convive en el mercado más grande de México; la inclusión, sin duda, juega a favor del Comedor Comunitario en la Ceda.

Guillermina está casada desde hace 15 años, tiene un niño de 10 años y una adolescente de 13 y nació sin su extremidad superior derecha, lo que podría suponer un problema para muchos.

“Cuando te das cuenta de que estarás sin una mano toda tu vida es complicado, sobre todo en la adolescencia, pero nunca le tomé importancia”, relata la empleada del Comedor Comunitario de CEDA, espacio de la Secretaría de Desarrollo Social capitalina.

Son varias las dificultades que experimentan las personas con discapacidad física para integrarse al mercado laboral; sin embargo, en el Comedor Comunitario se respeta la diversidad y es un lugar incluyente.

“Antes limpiaba una casa y la dueña me dijo de este trabajo, que me ha ayudado bastante. Tuve la opción de entrar a unos restaurantes, pero el horario era complicado y no me dejaba atender a mis niños. Tomé los cursos, hice las prácticas y me gustó. Mi miedo era que me dijeran que no me quedaba por lo de mi mano, pero me han tratado muy bien”, cuenta la habitante de Iztapalapa.

Guille, como le gusta que la llamen, desea que su testimonio de vida sirva para motivar a quienes dicen: “no puedo”. El optimismo que tiene como bandera es fruto del cariño de los suyos y de un gran esfuerzo de superación.

“Tenía miedo de trabajar aquí porque es una cocina, un comedor que atiende a muchas personas al día, pero me animé a venir y aquí sigo desde hace siete meses, donde todos nos rolamos los quehaceres”, platica.

Esta mujer es uno de los rostros importantes en este corredor comercial. Para ella trabajar en la Central de Abasto le da oportunidad de motivarse.

“Es un lugar a donde viene muchísima gente y de todo tipo: pasan cosas con las que te quedas sorprendida”, comenta.

Hoy ser parte de los 90 mil trabajadores que tiene el mercado mayorista llena de orgullo a Guillermina. “Cuando estoy recibiendo las charolas con los trastes o estoy en la barra dando la comida la gente se sorprende al verme que estoy trabajando y me felicitan, lo cual agradezco porque no había podido lograr tener un empleo fijo y estable, pero hoy agradezco mucho a este lugar lo que me ha dado”, finalizó

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